lunes, 12 de diciembre de 2011

ABUSO A ANCIANOS

De acuerdo con la Oficina del Censo de los EE.UU., 35 millones de personas en los Estados Unidos tenían 65 años de edad más en 2000. Para el 2030, la oficina espera que esa cifra se duplique. La creciente población senior parece estar acompañada por un incremento del abuso de los mayores.
A medida que la gente vive más y requiere más asistencia en la edad adulta, el problema del abuso de los ancianos tiende a intensificarse.
Las mujeres no son solamente blancos del abuso de los ancianos sino, debido a su rol tradicional como encargadas de su cuidado, son también a menudo las autoras. Aún la gente decente puede abofetear y azotar cuando está enfrentada con el cuidado para un familiar mayor además de repartir el tiempo entre un trabajo de tiempo completo y otras exigencias de la familia.
¿Qué es el abuso de los ancianos?
El abuso de los ancianos incluye más que el maltrato físico, tal como el dar una golpe o amenazar con dañar. La forma más frecuente puede bien ser la del abuso financiero, cuando los proveedores del cuidado roban efectivo o la joyería y/o trampean o amenazan a un anciano para donar sus activos.
El abuso de los mayores incluye también a la negligencia criminal, por la cual un responsable del cuidado priva a alguien de medicina, alimentos, agua u otras necesidades.
El abuso de los ancianos cae dentro de las dos categorías agresivas de “doméstico” e “institucional.” El doméstico se refiere al abuso por parte de un miembro de la familia, un amigo o responsable del cuidado quien se encuentra en el hogar. El institucional se refiere al abuso en las instalaciones residenciales, tales como clínicas de cuidado, en donde los responsables del cuidado tienen una obligación legal o contractual de proporcionar atención y protección.
¿Cuán común es el mismo?
Las estadísticas sobre el abuso de los mayores son por lo general estimaciones antes que información sólida y las mismas varían extensamente. En su conclusión, el Relevamiento del Estado de los Servicios Protectores de los Adultos del 2000 indica que ha habido “un aumento del 61% respecto de 1996 en el número de declaraciones de ancianos abusados a nivel nacional y un espectacular aumento del 300% desde el primer sondeo en 1986.”
Las estimaciones citadas por el Centro Nacional para las Victimas del Crimen tienen un rango que va desde “una de cada diez personas que viven con un familiar está sujeta al abuso—aproximadamente 2.5 millones al año” hasta “una de cada veinticinco personas mayores es victimizada anualmente.”
Probablemente la respuesta más exacta la ofrece Lori Steigel, directora asociada de personal para la Comisión sobre Problemas Legales de la Ancianidad de la American Bar Association. “No podemos responder a las preguntas más elementales, como cuántas personas son abusadas cada año,” destaca Steigel. La razón es simple. A diferencia del abuso de la esposa o del hijo, el maltrato de los ancianos ha recibido poca atención.
El abuso de los mayores se convertirá en una acalorada cuestión política a medida que la generación de los 60 vea aproximarse la vejez y, así pues, demande protección. A exigencia es probable que sea para la “tolerancia cero”—es decir, para que los profesionales médicos diagnostiquen agresivamente el abuso, para que los trabajadores sociales supervisen las situaciones de vida, para que la profesión legal enjuicie entusiastamente a los abusadores. En resumen, para más gobierno.

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